ACTUALIZADO EL 15/03/2022
Cómo una iniciativa en Necoclí, Urabá, se convirtió en una bola de nieve. La historia de cómo aprendimos que el desarrollo ambiental y la sustentabilidad van de la mano con la cultura.
Definiendo un modelo de innovación social para la industria del chocolate
Esta historia comenzó hace 11 años. Contra viento y marea llegamos a Necoclí, Colombia, para cultivar nuestro primer bosque de cacao. Durante años esta ha sido una región que ha llevado el peso de la violencia y todo lo que ello implica. Pobreza, desigualdad, falta de educación, pérdida del sentido de la vida y de la esperanza.
A su llegada, Luker decidió no solo tener la mejor cosecha de Cacao Fino de Aroma del país. Pero también convertirse en un modelo de sostenibilidad donde las personas sean el centro: su objetivo final.
Los 7 años de impactos positivos en las comunidades vecinas del bosque de 550 hectáreas fueron prueba de ello. En 2017, uno de los distritos más beneficiados por el proyecto tomó la iniciativa de celebrar la histórica llegada de la empresa a sus vidas a través de un festival. Todo esto de la mano del equipo The Chocolate Dream.
Caribia es una provincia donde no había llegado ni el Estado ni otras empresas privadas. Hacía años que no celebraban ninguna fiesta. No tenía fiesta patronal, y la Fiesta del Cacao era la mejor opogartunidad para iniciar una nueva tradición.
2017 marcó el comienzo de este hito. Sobre todo para las comunidades afrocaribeñas, afrochocoanas e indígenas. La celebración fue todo un éxito, y hoy solo se compara con la llegada de la electricidad hace 40 años.
Tenían que continuar con la tradición. Lo convirtió en patrimonio del territorio. La celebración de la cosecha del cacao, y sus efectos en la vida de los lugareños.
Y así fue que en 2018, decidimos hacerlo nuevamente. Lo planeamos junto con Luker, los lugareños, los líderes y la Fundación Luker. Definiendo cuál será el festival más esperado del año.
Ideas asombrosas surgieron de la diversidad y la inclusión.
Esta planificación ha supuesto grandes revoluciones basadas en hechos que en un principio parecían irrelevantes. Como la definición de la agenda de actividades. Juntos nos reunimos para definir horarios, personas, presupuestos aliados y actividades.
Durante el proceso de consensos y disertaciones descubrimos la importancia del diálogo cultural, social, empático y respetuoso que involucra las diferentes creencias.
La primera propuesta de la comunidad incluía muchos temas. Tales como peleas de gallos, concursos de belleza, paseos en moto, presentaciones culturales, muestras gastronómicas, bailes, cantos. Luker proponía concursos de fotografía, talleres de manualidades, catas de chocolate y otras cosas que nos representaban.
En ambas propuestas hubo enormes coincidencias que nos hicieron sentir que teníamos un solo sueño, un solo propósito. Pero al mismo tiempo, como es natural cuando las culturas se encuentran, hubo diferencias en algunos temas. Y como siempre lo hemos hecho, decidimos comenzar a conversar para encontrar puntos en común.
Teníamos dos temas que nos distanciaban. Las peleas de gallos y el concurso de belleza. Ambos son tradicionales en la cultura colombiana. Así que empezamos a hablar de estos temas.
Desde la empresa propusimos omitir las peleas de gallos. Esto fue para generar conciencia ambiental y animal. También propusimos que, en lugar de celebrar la belleza de las mujeres, deberíamos reconocer su talento. También su papel en las más de 5 etnias que habitan en un mismo territorio.
Nuestra postura respetuosa sobre la cultura arraigada fue que con el tiempo cambiaríamos creencias y comportamientos. La Fiesta del Cacao podría reflejar una forma conjunta de ver la vida. Un espacio donde las personas, los animales, la naturaleza y la cultura merecían el mayor respeto.